El lenguaje interior y el color de las palabras

El lenguaje interior y el color de las palabras

Converso frecuentemente con el  hombre que siempre llevo dentro”  (A. Machado)

     Esta entrada que ahora comienzas a leer se publica en dos blogs simultáneamente: en éste, y en el  luminoso, creativo  y cromático blog de Tana que nos invita a balancearnos en su trapecio, para perfilar desde nuevas perspectivas los matices y el cromatismo del lenguaje. Me plantea un ejercicio de equilibrio con «el color de las palabras» que, en mi caso, colisiona con una limitada función creativa, posiblemente porque en mi infancia no me desvelaron la existencia del cromatismo en el lenguaje.

     En consecuencia, y de acuerdo con el título de la entrada, te invito a un balanceo reflexivo que busque, desde una perspectiva en movimiento, la relación de causalidad entre el lenguaje interior del niño, una herramienta  básica para su desarrollo cognitivo, y  el efecto arco iris que, en particular, el uso de dicha herramienta genera en su capacidad lingüística.

     Una primera sensación de sacudida, vacilación e inestabilidad  producida por el primer balanceo es lo que se puede sentir al comprobar que un alto porcentaje de las palabras que los niños y las niñas acostumbran a re-producir como consecuencia del aprendizaje  son palabras grises.

     ¿Qué son palabras grises? Aquellas que re-petimos, o re-producimos, sin haberlas re-construido, re-creado, o cultivado interiormente a través de la activación de las conexiones neuronales propias de los surcos de nuestro hemisferio izquierdo. Así, cuando a un estudiante se le hace memorizarre-petir las palabras que otros han sembrado y labrado, está generando palabra grises. Un estudiante al que se le enseña a definir el adjetivo “afrutado”, en lugar de a disfrutarlo, está construyendo una palabra gris. Una palabra gris, monocolor, carente de cromatismo, de matices sensoriales, perceptivos, afectivos, y emocionales, que mutila parcialmente su capacidad de conocimiento. Sin esos matices, es un sonido vacío. Esas “tonalidades”, son las que deberían conformar el criterio de  aprendizaje de las palabras que usamos

     ¿Por qué?

     Veamos. Un segundo balanceo viene a estabilizar el recorrido del trapecio y a abrir canales sensoriales y de conocimiento, al avistar el proceso sobre cómo se construyen palabras plenas de coloración y matices.  Fue Vygotsky, un psicólogo ruso del siglo pasado preocupado por la génesis del pensamiento verbal, quien dijo que el pensamiento no se manifiesta simplemente en palabras, sino que existe a través de ellas.  Para él,  pensamiento y habla son dos líneas del desarrollo intelectual que inicialmente suelen caminar separadas en el niño, hasta que aproximadamente hacia los dos años de edad se entrecruzan,  para dar comienzo a una nueva forma de conocimiento humano, por el que el pensamiento  se hace verbal, y la palabra pensamiento.

     ¡Ésa es la barrera,  el rubicón del desarrollo humano e intelectual que los niños suelen atravesar, para comenzar a construir “sentido y sensibilidad” hacia las palabras!  ¡Es en ese momento cuando comienzan a ser capaces de edificar cromatismo y  matices de conocimiento en las palabras que utilizan! Unidas a un significado, y a medida que las van dominando,  acostumbran a percibir que las palabras pululan por su mente con tonalidades fonéticas, semánticas, sensoriales, o afectivas distintas en el intercambio con la madre, el padre u otros niños. Surgen, se recrean y se cultivan  en el contexto personal de su lenguaje interior (ese lenguaje que Machado ejercitaba).

     De ese modo, el pensamiento nace a través de las palabras y, a la vez, el pensamiento extiende los matices cromáticos de las palabras. La palabra sin pensamiento es una herramienta de conocimiento que agoniza, gris. Del mismo modo, un pensamiento desprovisto de palabras “coloreadas” dilata la sombra oscura de la historia intelectual del ser humano. Cuando lenguaje y pensamiento van de la mano,  las palabras con las que interactúan los niños se convierten en una de las herramientas más importantes y trascendentales de su desarrollo cognitivo, intelectual y creativo.

     Como producto de la relación pensamiento/habla, cada niño siembra y labra en dicha relación su modo personal de pintar, de delimitar y de comprender la realidad externa e interna que atesora. En condiciones normales,  esa cosecha se desarrolla a lo largo de una curva que se eleva, y no a lo largo de una que decae, debiendo estar sujeta a evolución, no a involución por mor de la naturaleza absurda de algunos procedimientos de enseñanza/aprendizaje.

     Una parada en el trapecio, para plantear una cuestión y concluir en esta entrada con un decálogo en negativo de 10 conductas a evitar en el hogar y la escuela, para que los niños profundicen en el desarrollo de esa relación  lenguaje interior/pensamiento:

¿Cuándo no cultivamos ese lenguaje interior que llena de cromatismo y colorido semántico y personal las palabras? 

  • Cuando hacemos callar al niño por sus frecuentes preguntas sobre la realidad que le rodea.
  • Cuando el aprendizaje de la lectura se convierte en una actividad rutinaria de decodificación de sonidos.
  • Cuando se transmite al niño la idea de que leer es leer deprisa y sin errores.
  • Cuando le enseñamos  a definir un adjetivo de un texto, y no a  vivirlo,  a sentirlo, o a deleitarse con el cromatismo de las sensaciones que genera.
  • Cuando el único instrumento para representarse el significado de palabras desconocidas es el diccionario.
  • Cuando no transmitimos al lector que el propio texto contiene pistas semánticas que aportan significado a muchas de las palabras desconocidas que contiene.
  • Cuando no enseñamos al niño estrategias de lectura para aprender a comprender el texto escrito.
  • Cuando anestesiamos la capacidad del lector para autocuestionarse sobre lo que lee, y las preguntas que se le plantean son las de las editoriales que escriben los textos,  o las del profesor.
  • Cuando no enseñamos al lector a “visualizar” con todo el cromatismo que es capaz de construir el contenido de muchas de las palabras o frases  que los textos contienen.
  • En resumen, cuando no le transferimos la capacidad de autorregular su pensamiento

    Andrés Calero

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Andrés Calero
acalero1@gmail.com
3 Comentarios
  • EL LENGUAJE INTERIOR Y EL COLOR DE LAS PALABRAS, por Andrés Calero | TRAPEZIdeTANA
    Publicado a las 11:32h, 26 octubre Responder

    […] palabras” que el profesor Andrés Calero ha elaborado especialmente para ser publicado en su blog y mecerlo simultáneamente en el trapecio de […]

  • Alberto del Mazo
    Publicado a las 13:06h, 27 octubre Responder

    Me encantó la entrada. Andrés. Lo recomendaría como texto de referencia en asignaturas de Psicología del Pensamiento y del Lenguaje. Felicidades.

    • acalero1
      Publicado a las 13:11h, 27 octubre Responder

      !Gracias Alberto! Me temo que estamos ambos embarcados en una misma empresa: reflexionar desde la práctica escolar sobre las carencias de nuestro sistema educativo. Un placer seguirte!

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